El harén de Zeit Abu Zeit

Miguel Rubio Artiaga 

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La petite baigneuse. Intérieur de harem (1828)-Jean Auguste Dominique Ingres

Un manantial de aguas termales

surgiendo de la misma roca,

un caudal generoso y tibio,

un río de aguas nítidas

desde los tiempos sin memoria.

“Aquí el Rey árabe Zeit Abu Zeit,

mandó construir

un pequeño palacio

para disfrute de su harén.

“Quedan ruinas”

Ponía en un letrero azul

con una flecha vertical

señalando el suelo.

Los restos, eran

no más de tres metros

de roca cortada a pico,

haciendo de muro pétreo

de una pequeña acequia.

Al poeta le sobraba,

ya había construido

en su imparable fantasía,

el pequeño palacio.

De la menuda arena

que como una playa

te conducía al agua,

habían surgido

imágenes de jóvenes morenas,

jugando y riendo

envueltas entre tules y gasas.

Los eunucos tratando

de poner orden

en ese torbellino de alegría.

Los centinelas de espalda.

Zeit Abu Zeit, sonriendo

mirándolas desde su trono

en un balcón a la sombra,

fumando su pipa,

de cáñamo escogido y seco.

El poeta se mezcla invisible,

en el corro de ojos árabes,

dando gracias a Alá

por poder ver, sin ser visto,

como los pezones de aureola rosada

crecían como torretas

y se iban volviendo duros

al rozarse con la tibieza

de la sensualidad del agua.

.

Zeit Abu Zeit se durmió.

Los eunucos desaparecieron.

Los centinelas seguían de espaldas.

Las jóvenes se acariciaban entre ellas.

Un baile de dedos y labios,

de muslos apretados

y piernas entrelazadas.

El poeta se maldijo mil veces,

de crear un sueño tan real

y tener el papel, de un fantasma

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