Elsa Lombardo Verza

Freedom Park. Lunes 26 de agosto de 2011- 13 Hs.
–Buenas tardes a todos. Mi nombre es Puleng y a lo largo de la tarde los acompañaré por este lugar que llamamos Parque de la Libertad. El sector donde nos encontramos se llama…
Llegó hasta donde estaba el grupo ya reunido, con el cansancio de una noche en avión. Maldijo haber hecho un viaje tan largo contra su propia intuición. No sabía con qué se iba a encontrar. Hacía quince años que se había marchado con el propósito de no volver, imaginando el desastre que vendría, pensando que la justicia seguramente lo iba a citar. Pero ahora todo estaba tranquilo y, por suerte para él, la política de reconciliación había echado un manto sobre el pasado. Volvió a escuchar la voz de la joven guía como a la distancia:
–Reconocer a aquellos que contribuyeron a la libertad del país. Un parque de la libertad, donde vamos a cumplir con toda la dignidad que merecen quienes soportaron el dolor.
Las palabras se perdían entre la gente y entre sus recuerdos. Por fin les habían arrebatado el poder dando vuelta la historia. De esta mujer le irritaba ese inglés perfecto y la figura de ébano, elongada contra el sol, segura de sí misma, tan hermosa, “tan parecida a”. Pero no, eran todas iguales, por lo menos él las había visto siempre así.
Sintió que el grupo se movía y avanzó. Oyó la clara dicción invocar la Constitución del parque:
–Un lugar que contendrá nuestros recuerdos en incubación, lo que permitirá construir un futuro libre de amargura, de odio, de racismo…
Definitivamente, no debería haber venido. Pero tiempo le sobraba. A dos meses de la muerte de su mujer y con los hijos ya casados y bien ubicados en el nuevo país de residencia, podía pasar allí, unas vacaciones anónimamente.
Johannesburgo – Lunes 25 de febrero de 1988
Hoy ha venido Naledi a pedirme que le enseñe a ella también. Es la tercera, de modo que no recibiré más. Pueden sospechar y no puedo darme el lujo de que me llamen a declarar por mis acciones. Le asigné el rol de dama de noche. Por suerte, tengo certificado médico por insomnio y podré atenderla varias horas. Acomodé el escritorio al fondo que tiene ventanas al patio y no a la calle. ¿Qué dirían si supieran que una blanca enseña a leer y escribir a negros? Naledi me ha parecido una joven dispuesta y rápida, de modo que a lo sumo en tres meses, podrá asimilar lo que necesite. Le entregué un pase para que vuelva a su casa el domingo por la mañana. Estoy segura de que será para su bien.
14,15 Hs.
El grupo de turistas se movía ahora hacia un espacio abierto y Puleng señalaba con la mano las altas varas de cemento:
–Son siluetas recortadas contra el cielo. With almost 200 reeds, the tallest measuring 32 metres in height, this spectacular sight ensures visibility of Freedom Park from all around the capital city.Doscientas cañas The reeds signify the rebirth of the South African nation as well as a nation embracing the future.que significan el renacimiento de la Nación, como un país que abraza a su futuro…
Las palabras no lograban conmoverlo. Su mente volaba a aquel momento en que había irrumpido en la favela, con un pase en la mano y un auto oficial que le permitieron inmunidad. Se había enfrentado con la vieja en la puerta de la casa y le había exigido información, tanto del paradero de la hija, como del nacimiento de la criatura. Ella le había dicho que estaba en Pretoria, con nuevos patrones y, que la niña – había nacido una niña – era como ellos, negra. Y ante el requerimiento de confirmar alguna seña en el cuerpo, la mujer le había contestado que NO. NADA, SEÑOR. LIMPITA. NI UN LUNAR. NADA.
Se vio nuevamente en el parque.
– Ahora nos encontramos en el Mveledzo. Como verán es una ruta en espiral que une todos los elementos del Parque de la Libertad y ha sido diseñado para que el visitante disfrute de la serenidad y espiritualidad del paisaje…
Seguía al grupo como un autómata. LIMPITA había dicho la vieja. SIN MANCHA NI LUNAR. Y se había ido creyendo que la suerte lo acompañaba. Instintivamente, su mano fue hacia la espalda, a la altura de la cintura por encima de la camisa y el cinto. El secreto estaba bien guardado. Solo para él y sus hijos.
Johannesburgo – Sábado 13 de agosto de 1989
Hoy Naledi vino muy nerviosa. Lloró mucho y finalmente me contó que el patrón había abusado de ella y que creía estar embarazada. Justo ahora que estaba tan contenta de haber aprendido a leer y escribir. No sé cuánto tiempo más podrá durar esta situación. Cuándo, gente tan maltratada podrá conseguir esa igualdad por la que lucha tanto. ¿Y qué será de nosotros después? Dios mío, cuánta injusticia. Yo quisiera hacer más pero no puedo. Tengo miedo. Lo que hago está aquí, entre estas paredes, a escondidas de mi propia familia, disimulada detrás de mi color blanco, mi buena posición económica y el prestigio ganado por mis padres en años de colaboración con el gobierno. Si supieran. No dejo de pensar qué será de esta joven y su criatura.
14, 45 Hs.
La figura de la guía se detuvo frente a un círculo de piedras clavadas en el suelo. Un vapor transparente brotaba en el centro de entre un piso de lajas.
-Este lugar se llama Isivivane…
Perdida la timidez inicial, los visitantes comenzaron a preguntar. El diálogo se hizo fluido. Solo él mantenía reserva, incrustando la mirada en los edificios lejanos o mirando fijamente a la guía. Era bella, moderna; se le antojó que su cara se espejaba en otra e imaginó la ocurrencia como una mala idea.
No respondió a la invitación a penetrar descalzo en el lugar sagrado de los espíritus del pueblo. Él tenía su Dios, con mayúsculas, y no era hombre de creer en supercherías.
Johannesburgo – Sábado 21 de octubre de 1990
Acabo de despedirme de Naledi. Antes de viajar a Pretoria me trajo a su pequeña para que la conociera. La ayudé a bañarla y cambiarla y la vestimos con ropa que le compré porque soy su madrina. En ese momento me di cuenta de que me había dicho la verdad respecto al abuso. La niña heredó la marca del padre y ella no quiere que la conozca ni que sepa nada. Le ha puesto un bonito nombre que significa “bendecida por la lluvia” porque cuando estaban en el hospital, llovía, las gotas entraban por la ventana y la salpicaron. Ruego que a las dos les vaya bien y que la hija crezca en un ambiente diferente al de la madre. Dios, ayúdalas y también a mi familia que ya está preparándose para abandonar el país. Yo me iré con ellos. Todos compartimos el miedo.
15,20 Hs.
De pie, frente a las piedras que mostraban nombres y nombres de los caídos en las diversas contiendas de la historia del país, se sintió por primera vez inquieto. Le costaba fijar la mirada en los nombres. ¿Temía encontrar alguno que le recordara algo de su vida pasada? ¿Por qué había venido? ¿Qué buscaba en el Parque de la Libertad? Creyó descubrir en la voz de la guía cierta emoción. Pero él quería irse cuanto antes. Cada pregunta de los visitantes le perforaba los oídos. El peso de esos nombres caía sobre su memoria; eran como un huracán que lo llevaba y lo traía sin piedad. Y maldijo haber hecho el viaje.
Ya había iniciado una retirada silenciosa cuando la pregunta de alguien le intrigó:
– Señorita, ¿tiene usted algún pariente que figure entre estos nombres?
La joven se desplazó unos metros, se detuvo frente a un listado y alzó el brazo señalando:
– Sí, aquel nombre, el primero, es el de mi madre. Murió durante una protesta.
Levantó los ojos y alcanzó a leer NALEDI. La mirada, como agua desbocada, descendió por la mano, el brazo y la prolongación del torso hasta la cintura de la joven. Allí quedó clavada; en la espalda donde la corta blusa mostraba un lunar.
Exactamente igual.
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Elsa Lombardo Verza nació en Río Cuarto, Provincia de Córdoba. Actualmente vive en la CABA. Obtuvo los titulo de Magisterio Normal Nacional. Magisterio del Adulto y el Adolescente. Magisterio de Literatura con orientación Infantil y Juvenil. Coordinadora de talleres literarios, conduce el taller literario La Ventana y el taller Letras sin fronteras, este último en el Espacio para la Memoria Ex Olimpo. Es autora de Mundochico, poesías para niños (2001), Leyendas del universo guaraní, Vol. I y II. Adaptación y Recopilación (2006 / 08). Pasaporte a Muravá (2012) y Otros viajes, otros vuelos (2014). Otros tiempos, otras vidas (2015). Ganadora del Concurso literario Bicentenario, la recreación del desafío (Unión de trabajadores de la Educación (UTE. CTERA. CTA) año 2010 en el rubro Cuento. Ganadora del Concurso Palabras sin fronteras, Instituto Cultural Latinoamericano. Junín. Bs. As. Rubro Cuento. Año 2012 Ha obtenido menciones en numerosos concursos y ha participado en Antologías literarias en editoriales como Dunken, Baobab, Grupo Editorial Sur. Ediciones Trazo Literario y El Escriba. Coordinó talleres literarios para docentes en la Union de Trabajadores de la Educación CTERA_CTA, CABA y en la Feria Internacional del libro en CABA a través de la Confederación de Trabajadores de la Educación (CTERA) Miembro titular del jurado del Segundo Encuentro Anual Distrital del Cuento Infantil Distrito Escolar Nº 13. Bs. As.1997. Miembro titular del Concurso literario “Con las alas del alma”. “Por la Memoria. Por los 30 años”. Unión de Trabajadores de la Educación. CTERA. CTA 2006. Miembro titular del jurado del Primer Certamen Literario “100 años de La Paternal”. Bs. As. 2004. Participante de Encuentro de poetas en la Carpa Blanca. 1999. Recibió el Premio a la Excelencia Cultural otorgado por la Entidad Casa Paraguaya en 2013.
