Marita Rodríguez-Cazaux
El mar era gris cuando la tarde
de luciérnagas grises, se mecía. Y gris
era también la piedra de la calle ancha.
Y gris el árbol de la esquina vieja.
Eran grises los pájaros marchitos de sol.
La voz de los niños en las plazas.
El grafiti quebrado en la pared de cal,
y la música y el piano y la ventana.
Era gris tu nombre, y tu palabra más gris,
aún más gris que los silencios.
Era la copa gris, y el vino era gris
como la copa, y los labios y la lengua.
Hasta los leños ardidos eran grises.
Y la mañana, que llegaba en vela.
¡Un poema de cúspide! Irreverentes da en la tecla con escritores y poetas que propone. Saludos cordiales desde Valencia.
Querida Profe, un poema circular, como Ud. diría! Esperamos verla en la Feria. Para los Amigos Irreverentes, ¡éxitos!
Lo único que no es gris, sos vos. Mi querida y lúcida poeta.
Felicitaciones por tu hermosa composición.