Santiago García Tirado

Lucía del Mar Pérez

Periódico Irreverentes es, tomando prestadas las palabras de Santiago García Tirado, «un cruce de caminos, una miniatura del cosmos literario actual». Santiago es el demiurgo, la entidad propulsora del genio de las letras que permanece en el interior de muchos de nosotros. Es el artífice de este rincón en el que nos encontramos los amantes de la literatura, el constructor de un espacio en el que se alternan autores consagrados con jóvenes promesas.

Santiago es un gran contador de historias. Historias para ser leídas ante una taza humeante, como en Todas las tardes café. Encuentra la inspiración en los lugares más insospechados: la cárcel se convierte en un pozo de creatividad en Un preso que hablaba de Stanislawski. A veces sus personajes se empeñan en seguir el camino de Janis Joplin, como en La Balada de Eleanora Aguirre.

Pero nuestro camino se bifurca en la literatura y también en la vida. Santiago García Tirado siente con fuerza la llamada de las letras. Sus pasos marchan en otra dirección creativa. Mientras, nosotros, los colaboradores, le agradecemos su esfuerzo y dedicación, destacamos su inagotable capacidad de trabajo, su generosidad, su compromiso, su mirada lúcida. Y todos aguardamos con impaciencia otra muestra de la elegancia de su prosa, de la inteligencia de su pluma.

Gracias, Santiago.

UN “HASTA LA VISTA” A UN AMIGO ENTRAÑABLE

Andrés Fornells

En mi primer viaje a China, hace de ello tanto tiempo que milagro es que lo esté recordando todavía, descubrí un plato que resultó nuevo para mí y muy de mi agrado: pollo con salsa agridulce. Esta mención culinaria que acabo de hacer viene a cuento porque Santiago García Tirado, un tipo entrañable, inteligente, talentoso y buen amigo hasta de los que no son amigos suyos, abandona por razones superiores la dirección del Periodicoirreverentes que él, principalmente, ha subido de categoría hasta el mismo parnaso de la Sabiduría, con la ayuda de sus fieles colaboradores. (Sus razones para abandonar esta magnífica obra son tener tiempo para escribir un libro todavía más genial que los escritos anteriormente). Así que como el plato gastronómico mencionado antes, dulce fue para mí haber tenido la suerte de colaborar con él, y agrio saber que, en adelante, estará cerca pero en la distancia, que es otra forma de extrañar a la gente que aprecias, un poco menos cruel. O como mi egoísta primo el Panzón solía decirle a su novia cuando tenía la regla: “Pepa, te quiero mucho, pero estos días en que me obligas a sacrificar el gozoso “meterla en caliente” te quiero un poco menos”. Por ser tan bruto, la Encarna, la mujer de mi primo el Panzón, se fue de vacaciones con el Cobrador del Frac que vivía en su barrio, y no se le ocurrió volver nunca más.

Bueno, dichas estas tonterías que siempre se me ocurren cuando estoy a punto de echarme a llorar de tristeza, y los ojos se me hincha y se me ponen todavía más feos de lo habitual, y me da rabia mostrarme débil y sentimental, le pido a Santiago García Tirado lo siguiente: Cuando te conviertas en el mejor escritor del mundo entero pon en la dedicatoria para mí del libro que te hará famoso: “Hubo un tiempo en que Andrés Fornells tuvo el honor de ser amigo mío”.

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