Fernando Betanco
El caminante de Tegucigalpa…
El que ha dejado sus pies por angostas calles de piedra
y suplicado a Dios que esta ciudad no se derrumbe
anhelado los días de invierno
para refugiarse en sus caderas.
El que respira el aire místico de sus catedrales,
de sus estatuas llenas de oscura melancolía
de siglos pasados y atrapados en el tiempo.
Ese, el que recorre las calles…
ese, soy yo…
El caminante de Tegucigalpa.
El caminante de Tegucigalpa.
