La Navidad según Kruni

por Carmen Matutes

 
El ojo derecho pegado a su vídeotelescopio, el lápiz sujeto tras la oreja opuesta, Kruni interpretaba las andanzas de sus objetos de estudio. Alguna razón la había inducido a centrarse en Europa y el Norte de América, quizá la actividad en estas tierras era particularmente intensa en las fechas del ciclo anual que había llamado su atención. Debido a la distancia, las imágenes llegaban a Kruni con algún desfase temporal; rondaría el tiempo de la cinta por los comienzos del siglo XXI, pero podía utilizar su moviola y constatar los cambios ocurridos con anterioridad a esa fecha.
Kruni no cuestionaba si la realidad existía en la Tierra: ahí estaba la cinta. Descartaba también toda interferencia propia en la realidad terrícola pues cuando la observaba ya había ocurrido: ahí estaba la cinta, ahí quedaba registrada la Historia. Recopilaba datos desechando la posibilidad de que su lectura los hubiese parido: ahí, en la cinta de la Historia, habían quedado grabados.

Por otra parte, Kruni tenía consciencia de que tal vez magnificaba la importancia de alguna evidencia o ninguneaba otra, pero ello no suponía un problema: otras interpretaciones competirían con la suya. Y dos principios básicos informaban su investigación:
1. Se prohibía a sí misma ningunear información a sabiendas de que contradecía sus conclusiones  –claro que si uno no lo sabe… Kruni se esforzaba en saber—.
2. Diferenciaba explícitamente entre los datos y la interpretación, entre los supuestos y las conclusiones: la disciplina intelectual que ello requiere no está al alcance general, pero sí al de Kruni.
Estos dos mandamientos se resumen en uno: honestidad. Y con ella por bandera Kruni indagaba sobre el tema genérico del amor fraternal entre humanos.
Un sueño indujo a la intuitiva científica social a formular la hipótesis de que la Navidad y el amor, si no indisolubles, iban de la mano, en cuyo caso, el análisis de la época Navideña aportaría nuevas claves para la comprensión del fenómeno. He aquí su estudio preliminar:
Introducción
Dato: El mes de diciembre en la tierra es un mes de abundantes celebraciones, los cristianos no constituyen una excepción. Los judios celebran Hanukkha, los chinos el Ta Chiu,…
Dato: Ya durante la época del Imperio Romano, a mediados de diciembre tenían lugar los festejos en honor de Saturno al final de los cuales se obsequiaba con regalos a los niños.
Dato: Jesús no celebraba su cumpleaños. Los cristianos empezaron a conmemorar el aniversario de su nacimiento el 25 de diciembre (¿?) durante el siglo IV.  Un tal Nicolás vivió durante ese siglo y, a su muerte, se transformó en la idea de San Nicolás y más tarde en los Santa Claus/Papá Noel vestidos de rojo. Con el tiempo, la edad dejó de ser un criterio restrictivo para recibir regalos. Con el tiempo, todo tipo de restricciones cuantitativas se relajaron.
Interpretación:
1. Qué tiene menor importancia que cuándo celebrar. En diciembre, el día es corto en el Hemisferio Norte y de alguna manera se debe compensar.
2. Con el progreso disminuye la discriminación en contra de los adultos: o, como ellos se lo guisan, ellos se lo comen.
3. Han generado una espiral de desmadre creciente. Si Nicolás levantara la cabeza no daría crédito a la que han montado en su nombre, por no hablar de Jesús, a quien seguro no hubiera gustado que conmemorasen su cumpleaños con bacanales: era una persona bastante espartana que daba a beber agua convencido de que creerían que se trataba de vino; y con un par de panes y peces montaba un banquete —la tarta no se estilaba—.
Dato: Tampoco rememoraba Jesús su epifanía —aunque durante la ocasión sí recibió tres presentes—: los católicos extienden las celebraciones Navideñas para incluir dicha festividad.
Dato: Jesús no fue una criatura algo rolliza de piel rosada, ojos claros y pelo rubio; ni su madre usaba un manto azul claro. Pero así lo recuerdan.
Interpretación: Con tal de festejar cualquier pretexto sirve, aunque no sea diciembre y se camine directo a la luz. Cabe destacar una cierta ambivalencia respecto a la claridad: Rememoran en tonos pastel aunque la realidad sea oscura.
Desarrollo
Dato: El invento de la electricidad hizo posible adornar las ciudades con luces de colores que en su conjunto forman motivos diversos. A medida que transcurre el tiempo, el período brillante se inicia a mayor distancia de lo que exigirían los antiguos fastos. En algunas zonas disminuye la iluminación en períodos de crisis —sobre todo energéticas—. En otras zonas, aumenta con las crisis económicas:
Interpretación: Deslumbrar al personal es una forma alternativa de permanecer a oscuras —nótese de nuevo la ambivalencia respecto a la luz—. Y si uno no ve, será que no la hay.
Dato: Cuanto antes se prenden las luces y más resplandecen las calles, mayor el énfasis en el intercambio de atenciones materiales, incluyendo los diversos productos comestibles y bebibles con los que se agasajan unos a otros.
Interpretación: Definitivamente se olvidaron de la excusa que en teoría motiva el jolgorio. Ahí no hay ambivalencia ninguna.
Dato: Los cristianos más dados a los excesos se purifican antes y después de las fiestas mediante sendos procesos de desintoxicación. De este modo, se preparan para recibir la abundancia y después, eliminan las sobras. Los manuales de instrucción de las purgas son asequibles y están disponibles en numerosos puntos de venta. Se dirigen de forma específica al sector femenino, el más activo en el proceso “detox”. (En el 99% de los casos, el sector masculino se depura de forma pasiva: comiendo el contenido del plato que se le sirve, siguiendo, pues, el mismo proceso que para intoxicarse.)
Interpretación: La glotonería genera una peculiar dinámica esquizofrénica: la preocupación por eliminar los excedentes se retroalimenta, pues a toda costa se evita evitar que tenga lugar.
Dato: En el 90% de los casos ellas adquieren los “detalles” con que la pareja/familia obsequiará a terceros; ellas se responsabilizan también de cualquier planificación concerniente al vestuario y al surtido alimenticio. Con este objetivo, acuden a los establecimientos proveedores del material a todo correr al terminar la jornada laboral. Después regresan a su domicilio lamentándose a causa de diversos dolores —de cabeza/espalda/piernas y otros—. Con la proximidad de las fechas Navideñas aumenta la crispación medida por (i)el volumen medio al hablar, (ii) la utilización de palabras soeces, (iii) los insultos, (iv) los silencios y (v) el consumo de analgésicos.
Interpretación: Los preparativos ocupan un gran espacio físico-mental durante las semanas que preceden las celebraciones. Los obsequios, junto a la comida y los atuendos que se lucirán durante las fechas, hacen presa del cerebro femenino que, sin embargo, no está biológicamente adaptado al estrés que produce a) ir de compras o posponer ir de compras y  b) englutir un exceso de sólidos y líquidos, manteniendo las formas.
Dato: Se adoptan dos estrategias extremas ante la situación de estrés. Mientras unos optan por aplazar las adquisiciones hasta el último momento, otros las distribuyen a lo largo del año. Las diversas medidas de crispación mencionadas arriba evidencian que los primeros concentran la cúspide en unos pocos días – aunque la anticipación aplana y ensancha el pináculo en cierta medida-; los últimos evitan un clímax de irritación y mantienen un nivel casi estable. Se observa también la combinación de ambas tácticas. Todas las estrategias se vinculan por igual al uso de antidepresivos y terapias varias.
Interpretación: A pesar de la astucia, nada parece solventar el  problema biológico arriba mencionado ni otro que podríamos calificar de estrés presupuestario: ahí está, compren ellas cuando compren. No extraña el incremento en el peso relativo del sector médico-psiquiátrico en el conjunto de la economía.
Conclusión
Se confirma la hipótesis de partida: existe un vínculo entre amor y Navidad. Quizá con algún socavón, la relación se estrecha a medida que el tiempo transcurre: A finales del siglo XX- principios del XXI, las fechas Navideñas se asocian a comportamientos esquizofrénico-depresivos que precisan cantidades ingentes de amor; los terrícolas lo buscan con gran tesón utilizando medios algo peculiares que, sin embargo, efectivamente lo hacen imprescindible.

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