El repartidor de banderas

Por Santiago García Tirado

Las banderas nunca son peligrosas si van solas. Esto es así y no puede ser de otra forma, porque desde su invención, las banderas tienen la particularidad de estar conformadas por colores divertidos pintados sobre tela. No deben, bajo ningún concepto, ser puestas al alcance de un repartidor de banderas, porque entonces se vuelven celosas, ondean de una forma nerviosa característica y destapan toda su agresividad. Los repartidores de banderas, además, se empeñan en alcanzar las que ondean sobre las puertas de los hoteles, las que señalan almacenes en rebajas, las que usan los niños para jugar al monopoly, y las destrozan todas antes de ofrecer sus banderas, que por supuesto, son feas y huelen a rancio.



Del libro Todas las tardes café, Madrid, 2009

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.