José Pastor González

antes que existieran dioses y diosas reyes y príncipes y princesas
incluso antes de las leyendas antes del fuego antes de la lluvia antes del frío antes de la revolución
Memphis Minnie ya pellizcaba las seis cuerdas de su guitarra eléctrica
y le ponía las palabras y la voz y el compás
a la vida de los pueblos
a los trenes cruzando la noche el tiempo y el espacio
a las montañas que ofrecen refugio o un lugar donde huir
a las sonrisas de unos niños una tarde en el circo
a los caballos salvajes galopando libres por una llanura en llamas
a las partidas de cartas en las trastiendas de las barberías
al whisky de centeno destilado ilegalmente
a un viejo junto a una lumbre una noche de invierno escuchando un blues
a los hombres mujeres y niños que trabajan en las fábricas doce trece catorce horas diarias
a los heridos de bala en una sala de urgencias
a aquel hombre que de pie ante una multitud exige ser tratado como un ser humano
…
sus blues son como las corrientes de agua de un río
que te abrazan que te mecen que te acurrucan
o
como serpientes enroscadas al acecho
porque Memphis Minnie
era de las que llevaban navaja y canciones en la liga
Memphis Minnie
era la elegancia y la rebeldía
el sexo y la inspiración
una hechicera indomable
que cambio el curso
del Mississippi
de la historia
de la música
de la noche
de esta noche de invierno
de cualquier noche de invierno
mientras la música llega a ti
desde un pasado lejano
idéntico al de esta noche
a todas las noches
de invierno
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