Rabindranath Tagore

1
PÁJAROS perdidos de verano vienen a mi ventana, cantan, y se van volando. Y hojas amarillas de otoño, que no saben cantar, aletean y caen en ella, en un suspiro.
2
VAGABUNDILLOS del universo, tropel de seres pequeñitos, ¡dejad la huella de vuestros pies en mis palabras!
3
PARA quien lo sabe amar, el mundo se quita su careta de infinito. Se hace tan pequeño como una canción, como un beso de lo eterno.
4
LAS lágrimas de la tierra le tienen siempre en flor su sonrisa.
5
EL desierto terrible arde todo por el amor de una yerbecilla; y ella le dice que no con la cabeza, y se ríe, y se va volando.
6
SI de noche lloras por el sol, no verás las estrellas.
7
EN tu camino, agua bailarina, la arena te pordiosea tu canción y tu fuga. ¿No quieres tú cargarte con la coja?
8
TU cara anhelante persigue mis sueños como la lluvia por la noche.
9
UNA vez, soñamos los dos que no nos conocíamos. Y nos conocíamos. Y nos despertamos a ver si era verdad que nos amábamos.
10
COMO el anochecer entre los árboles silenciosos, mi pena, callándose, callándose, se va haciendo paz en mi corazón.
11
NO sé qué dedos invisibles sacan de mi corazón, como una brisa ociosa, la música de las ondas.
12
—MAR, ¿qué estás hablando?
—Una pregunta eterna.
—Tú, cielo, ¿qué respondes?
—El eterno silencio.
13
¡OYE, corazón mío, los suspiros del mundo, que está queriendo amarte!
14
EL misterio de la vida es tan grande como la sombra en la noche. La ilusión de la sabiduría es como la niebla del amanecer.
15
NO te dejes tu amor sobre el precipicio.
16
ME he sentado, esta mañana, en mi balcón, para ver el mundo. Y él, caminante, se detiene un punto, me saluda y se va.
17
MENUDOS pensamientos míos, ¡con qué rumor de hojas suspiráis vuestra alegría en mi imajinación!
18
TÚ no ves lo que eres, sino su sombra.
19
¡QUÉ necios estos deseos míos, Señor, que están turbando con sus gritos sus canciones! ¡Haz Tú que sólo sepa yo escuchar!
20
NO soy yo quien escoje lo mejor, que ello me escoje a mí.
21
EL que lleva su farol a la espalda, no echa delante más que su sombra.
22
EXISTO. ¡Perpetua sorpresa, que es la vida!
23
—¿NO ves cómo nosotras, las hojas rumorosas, sabemos responder a la tormenta? ¿Quién eres tú, di, tan callada?
—Yo no soy más que una flor.
24
EL descanso es del trabajo como los párpados son de los ojos.
25
NIÑO nace el hombre. Su poder está en su desarrollo.
26
DIOS no espera respuesta por el sol ni por la tierra, sino por las flores que nos envía.
27
LA luz que juguetea, feliz, como un niño desnudo, entre las hojas verdes, es ignorante de la mentira del hombre.
28
¡BÚSCATE, hermosura, en el amor, no en la adulación de espejo!
29
MI corazón abre sus olas en la orilla del mundo y le deja puesto con lágrimas: Te amo.
30
—¿QUÉ esperas, luna?
—Al sol, para dejarle pasar.
31
LOS árboles llegan hasta mi ventana, como la voz anhelante de la tierra muda.
32
CADA mañana de Dios es una nueva sorpresa para Él mismo.
33
LA riqueza de la vida está en los títulos del mundo; su valer, en los del amor.
34
¡NADIE da gracias al cauce seco del río por su pasado!
35
EL pájaro quisiera ser nube. La nube, pájaro.
36
LA cascada canta: cuando llego a mi libertad, encuentro mi canción.
37
MI corazón se mustia en silencio, y no sé decir por qué. Son cosas pequeñitas que nunca pide, ni entiende, ni recuerda.
38
CUANDO vas de un lado a otro, mujer, con los afanes de la casa, canta tu cuerpo como una fuente montés entre las piedras.
39
EL sol, que se va, mar adentro, al ocaso, ¡qué adiós último deja en el Oriente!
40
NO culpes a tu comida si no tienes hambre.
41
CUAL si fueran anhelos de la tierra, los árboles se ponen de puntillas para asomarse al cielo.
42
ME sonreíste y me hablaste de nadillas. ¡Y yo sentía que toda mi esperanza de tanto tiempo había sido expresamente para eso!
43
EL pez es mudo en el agua; la bestia, ruidosa en la tierra; el pájaro, cantor en el aire. Pero el hombre tiene en sí la música del aire, el alboroto de la tierra y el silencio del mar.
44
EL mundo, al precipitarse por las cuerdas de nuestro corazón colgando de las cosas, llora la música de la tristeza.
45
DE sus armas hace sus dioses. Cuando vencen ellas, él es el vencido.
46
CREANDO se encuentra Dios a sí mismo.
47
LA sombra va despacito detrás de la luz, echado el velo, en secreta humildad, con callado andar de amor.
48
LAS estrellas no temen parecer gusanitos de luz.
49
¡GRACIAS, Señor, porque no soy rueda del poder, porque soy uno con los que él aplasta!
50
ENTENDIMIENTO agudo y sin grandeza, lo pincha todo, pero nada mueve.
51
TU ídolo se ha deshecho en polvo, para que sepas que el polvo de Dios es más grande que tu ídolo.
52
NO revela al hombre su historia, sino que sale luchando a través de ella.
53
LA lámpara de cristal riñe a la de arcilla porque le dice: «Prima». Y la luna se levanta, y la lámpara de cristal, sonriendo blandamente, le dice: «¡Hermana mía!».
54
COMO las gaviotas y las olas, nos encontramos y nos unimos. Se van las gaviotas, volando; se van, rodando, las olas; y nosotros también nos vamos.
55
SE terminó mi día. Estoy como un barco sacado a la playa, oyendo, en mi anochecer, la danza de la marea.
56
LA vida se nos da, y la merecemos dándola.
57
CUANDO somos grandes en humildad, estamos más cerca de lo grande.
58
EL gorrión tiene lástima del pavo real, cargado así de su cola.
59
NO temáis nunca al instante, dice la voz de lo eterno.
60
EL huracán busca atajo por donde no hay camino, y, de pronto, sale a la nada.
61
AMIGO, bebe mi vino en mi propio vaso, que, echado en el de otro, pierde su flor y su espuma.
62
POR amor a lo imperfecto, se cuelga lo perfecto de hermosura.
63
DIOS dice al hombre: «Te lastimo porque te curo, te castigo porque te amo».
64
DA gracias a la llama por su luz, mas no te olvides de la lámpara paciente, siempre en pie en la sombra.
65
YERBECILLA, tus pasos son pequeñitos, pero, bajo tu pie, tienes esclava a la tierra.
66
LA flor niña, abriendo su capullo, esclama: «¡Mundo de mi corazón, no te marchites nunca!».
67
DIOS se cansa de los reinos, pero no de las florecillas.
68
EL bien puede resistir derrotas; el mal, no.
69
CANTA la cascada: «Aunque una poca de mi agua basta al sediento, ¡con qué alegría se la regalo toda!».
70
¿DÓNDE brota la fuente que lanza estas flores, en tan infinita esplosión estática?
71
EL hacha del leñador pidió su mango al árbol, y el árbol se lo dio.
72
¡CÓMO siente mi corazón solitario el suspiro de este viudo anochecer de niebla y lluvia!
73
EL tesoro de la castidad viene de la abundancia del amor.
74
LA niebla, tocando el corazón de los montes, les arranca, como si fuera el amor, sorpresas de hermosura.
75
LEEMOS mal el mundo, y decimos luego que nos engaña.
76
EL viento poeta sale por el mar y por el bosque en busca de su propia voz.
77
CADA niño que viene al mundo nos dice: «Dios aún espera del hombre».
78
LA yerba busca su muchedumbre en la tierra. El árbol, su soledad en el cielo.
79
¡CUÁNTA barricada levanta el hombre contra sí mismo!
80
TU voz, amigo, yerra en mi corazón, como el son apagado del mar entre estos pinos que escuchan.
81
¿QUÉ llama invisible de oscuridad es esta cuyas chispas son las estrellas?
82
¡SEA hermosa la vida como la flor del verano, hermosa la muerte como la hoja del otoño!
83
EL bienhechor llama a la puerta, pero el que ama la encuentra de par en par.
84
LA vida hace muchos de uno; la muerte, uno de muchos. La relijión será una cuando mueran los nombres de Dios.
85
ESCLAVO y señor de la Naturaleza es el artista, porqué es su amante.
86
—FRUTO, ¿estás muy lejos de mí?
—Estoy en tu corazón, flor.
87
ESTE anhelo mío es para ti, que te siento en lo oscuro; no para ti, que te veo en el sol.
88
LA gota de rocío dijo al lago: «Tú eres la gota más grande bajo la hoja del loto; yo, la más pequeña, encima».
89
LA vaina indefensa es feliz mientras proteje la punta de la espada.
90
LO Único parece informe en la oscuridad, multiforme en la luz.
91
CON la ayuda de la yerbecilla, la vasta tierra se hace hospitalaria.
92
EL brote y la caída de la hoja no son sino el rápido jiro menor del torbellino inmenso, cuyos círculos más grandes ruedan lentamente entre los astros.
93
DÚO el poder al mundo: «¡Eres mío!». Y el mundo lo cojió prisionero sobre su trono. El amor dijo al mundo: «¡Soy tuyo!». Y el mundo le dio casa libre.
94
LA niebla es como el deseo de la tierra, que le esconde el sol por el que grita.
95
¡CORAZÓN mío, calla tú, que estos grandes árboles son oraciones!
96
¡CÓMO escarnece este ruido del instante la música de lo eterno!
97
PIENSO en otras edades, que flotaron sobre el río de la vida, del amor y de la muerte, y se olvidaron luego… ¡Y qué libre me siento en el morir!
98
LA tristeza de mi alma es como su velo de novia, que espera que lo levanten por la noche.
99
EL cuño de la muerte da valor a la moneda de la vida, y hace posible comprar con la vida lo que es verdaderamente precioso.
100
LA nube esperaba humildemente en un rincón del cielo, y la mañana la coronó de esplendor.
101
EL polvo da flores por insultos.
102
NO te pares a cojer flores por guardarlas, sino camina y camina, que las flores se guardarán a sí mismas, floreciendo en toda su jornada.
103
LAS raíces son ramas bajo tierra; las ramas, raíces en el aire.
104
¡CÓMO aletea alrededor del otoño la música del verano que se fue, buscando su nido viejo!
105
NO insultes a tu amigo con méritos de tu bolsillo.
106
¡DÍAS sin nombre; os quedáis colgados a mi corazón, como musgos a un árbol viejo!
107
EL eco se mofa de su orijen, para decirle que el orijinal es él.
(Continuará...)
