Carlos E. Luján Andrade

La quietud entre la impertinencia. Collage sobre cartulina-Carlos E. Luján Andrade
Entramos y vimos la famosa biblioteca. En pocas horas empaquetamos decenas de volúmenes. El profesor había fallecido y su hija nos pidió, a nosotros, sus alumnos, que nos lleváramos algunas cosas porque deseaba vender la propiedad. Al mover un librero, hallé una puerta que conducía al sótano. Era otra biblioteca, pero de incunables. En el centro había una mesa y, encima, un libro abierto. Me acerqué y leí lo siguiente: “Al conocimiento riguroso no le espanta ninguna respuesta. Escudriñar en las ciencias del hombre acompaña a nuestro instinto hacia la madurez de la especie. Solo así estaremos preparados para morir. Herbert Coronado”. Al parecer, fue lo último que leyó el profesor. Por esa frase sentí menos melancolía, pues me apenaba que su colección se vendiera por separado al mejor postor. Así supe que el profesor había culminado su travesía por el conocimiento y que había llegado el momento de que sus libros partieran.
