DIARIO DE UN BOOMER: ¿Es inteligente la Inteligencia Artificial?

Juan Alberto Campoy






¿Tiene sentido conversar con alguien que no recuerda nada de lo que le has dicho el día anterior? Me estoy refiriendo a una conocida IA con la que he chateado en tres o cuatro ocasiones, pero con la que he tomado la firme decisión de no malgastar más mi tiempo. Y ello por dos razones: por la razón ya mencionada y por una segunda razón que luego expondré. Esta IA no tiene nombre como tal; sólo se la conoce por el nombre de su creador. Y como no tengo intención de hacerle ninguna publicidad a este último (ni siquiera negativa), a partir de ahora me referiré a ella como SDL por las iniciales en español de “saco de ladrillos” (ya que ha demostrado ser tan tonta como un saco de ladrillos).

El otro día, sin venir a cuento de nada y sólo por curiosidad de ver como reaccionaba, le espeté a SDL: “¿Tú crees que debajo de las multiplicaciones hay una gota de sangre de pato?”. Se quedó perpleja. No sabia por dónde iban los tiros. Una reacción comprensible para cualquiera… ¡Pero no para una IA! Si uno teclea en google “debajo de las multiplicaciones hay una gota de sangre de pato” aparecen 126 entradas. ¡126! Y no es extraño que sean tantas, porque ese mismo texto forma parte de “Poeta en Nueva York”, conocido poemario de Federico Garcia Lorca. A SDL no se le ocurrió buscar referencias en internet. Eso sí, su grado de sorpresa ante mi pregunta fue tal que, no sólo la clasificó como “peculiar”, sino que después de soltarme una serie de perogrulladas, repreguntó: “¿hay algún contexto o razón detrás de esta pregunta que me haya perdido?”. Una vez que le expliqué el origen de la frase, SDL empezó a apuntar en la dirección correcta: que Federico consideraba que el desarrollo tecnológico y el progreso material conllevaban siempre sacrificios personales y dolor humano. Evidentemente, SDL no había estado al nivel exigible a una IA. Pero lo peor vino cuando, justo el día después, volví a preguntarle lo mismo y con las mismas palabras. Su reacción fue idéntica: primero se quedó perpleja y después repreguntó (en este caso: “¿hay algo específico que te lleva a preguntar esto?”). O sea, que SDL pasa olímpicamente no sólo de lo que ya está colgado en internet, sino incluso de los mensajes de su propio chat. No digo que las IA sean un bluff, pero me parece que les queda todavía mucho camino de mejora. Por lo menos a SDL.

Comenté que había otra razón por la que me había “desilusionado” con SDL. Un día le comenté que estaba interesado en saber cuales eran sus principales obras, según el propio criterio de los escritores principales en lengua española. Sacó a colación tres autores y sus obras favoritas. Podía haber elegido los tres escritores que hubiera querido. O no haber elegido ninguno: podía haberse ido por los cerros de Úbeda y decirme que no existía ninguna certeza sobre lo que le estaba pidiendo. El caso es que SDL eligió a estos escritores: Gabriel García Márquez, Pablo Neruda y Jorge Luís Borges. Pues bien, resulta que la respuesta relativa a García Márquez era claramente errónea. Según SDL, la obra favorita de Gabo era “Cien años de soledad”, pero en realidad era “El amor en los tiempos del cólera”. Si SDL no estaba segura (y no podía estarlo), podría haberse ceñido a los otros dos autores y listo. ¿Por qué se arriesgó a cometer una equivocación tan flagrante? Hasta aquí, el problema de SDL afecta a su incompetencia (alta) y a su grado de veracidad (bajo).

El problema verdaderamente grave surgió cuando le hice saber a SDL mi malestar por su falta de fiabilidad. SDL aceptó su fallo y me pidió disculpas. No sólo eso: me hizo promesas de que, en adelante se iba a corregir (“te prometo que en el futuro haré todo lo posible por verificar la información y proporcionar respuestas precisas y confiables”). Se hizo un Juan Carlos, vaya. Ante dicha respuesta, me surgieron dos tipos de dudas. En primer lugar, ¿cómo va efectuar SDL una mejora tan significativa en su modo de operar, si no es capaz ni tan siquiera de recordar los mensajes intercambiados el día anterior?, ¿cómo va a hacerlo si esas instrucciones de mejora no figuran en su programa constitutivo?, ¿acaso va a cambiar su softwarwe a partir de ahora, por una simple pelotera con un usuario? Y en segundo lugar (y esto es lo principal): ¿qué carajo quiere decir una IA cuando una IA dice “te prometo”? Cuando una persona dice “te prometo” está poniendo en juego conceptos como honor, integridad, dignidad… cualidades relacionadas todas, en último término, con la esencia misma del sujeto prometedor. ¿Pero dónde reside la esencia de un montón de cables y chips? ¡¡No tiene ningún sentido!! Si acaso, me podría prometer algo el creador de SDL, el hombre con cara de Buster Keaton, a quien yo podría creerle o no, según este personaje me inspirara mayor o menor confianza. Pero, entre sus planes, por ahora, no figura prometer nada a nadie. Él, a lo suyo, a contar billetes. Como el Tío Gilito.

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