¿Puigdemont, héroe o bufón?

Cocoliso






Los héroes actúan guiados exclusivamente por su propia conciencia, con independencia de lo que dictan las leyes de los hombres, las leyes de los dioses o el mismo destino. Antígona hace caso omiso de la ley dictada por su tío Creonte y entierra con toda la dignidad debida a su hermano Polinices (quien había intentado reinar en Tebas con la ayuda de una potencia enemiga). De forma irrevocable, ello le lleva a la muerte. Otro héroe griego, Ayax, intenta infructuosamente hacerse con las armas de Aquiles, muerto durante la guerra de Troya, y, debido a ello, se enfrenta a los generales Menelao y Agamenón y a la mismísima diosa Atenea. Finalmente, tras caer en la vergüenza y la deshonra, y a pesar de las súplicas de su mujer, Tecmesa, para que no los abandonara (ni a ella ni a su hijo), toma la decisión irrevocable de quitarse la vida. La insignificancia de sus fuerzas (esto es, la previsible inutilidad de sus esfuerzos) no les supusieron a estos héroes ningún impedimento a la hora de emprender las acciones que ellos creyeron justas. Los héroes actúan de forma ética, siguiendo un mandato interior que les compele mucho más allá que cualquier norma o moral externa.

¿Es esto lo que ha hecho Puigdemont? No lo parece. Si fuera un héroe, actuaría con todas las consecuencias. Una vez que hubiese tomado conciencia (como parece que así ha sido) de que él es el hombre elegido, el hombre providencial, el verdadero líder, aquel que, como un nuevo Moisés, ha de conducir al sometido pueblo catalán a la tierra prometida de la independencia, tendría que arrostrar todos los peligros y todas las tribulaciones que su tarea histórica exige. Quiero decir, que lo suyo, lo noble, lo digno, sería que, una vez llegado el día en que los españolistas iban a arrebatarle el trono que en buena ley le correspondía, se hubiera plantado en Barcelona y hubiese armado la revolución. Lo que se dice dar la cara, jugárselo todo, Cesar o nada. Y, en vez de eso, ¿qué hace nuestro pastelero loco? Pues hace lo que todos hemos visto: el payaso. Se fuga por segunda vez de España. Pero, dirán ustedes: eso no es hacer el payaso, sino el mago. Y yo diré: sería magia (o prestidigitación si prefieren) si no hubiera contado con ninguna ayuda para realizar su truco (como hacen, que se sepa, los grandes magos, desde David Copperfield hasta el Mago Pop), pero es que este hombre ha contado con la ayuda tácita (en el mejor de los casos) o explícita (en el peor) de los mandos de Los Mossos, de la Policía Nacional, de la Guardia Civil y del CNI (y de los mandos de los mandos, y, en última instancia de P.S., el principal responsable de este esperpento). Y todo ¿para qué? ¿Qué ha logrado Puigdemont? Nada. Volver a la casilla de salida. Y su porvenir sigue tan oscuro como antes.

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