LA PANTERA

Rainer Maria Rilke





EN EL JARDÍN DE PLANTAS DE PARÍS

Su mirada está del paso de las barras
tan cansada, que ya nada retiene.
Es como si mil barras hubiera
y detrás de las mil barras ningún mundo.

La marcha suave de pasos flexibles y fuertes,
girando en el más pequeño círculo,
es como una danza de fuerza en torno a un centro,
en que se yergue una gran voluntad narcotizada.

Sólo a veces, se abre en silencio el velo
de la pupila. E ingresa entonces una imagen,
recorre la tensa quietud de sus miembros
y en el corazón su existencia acaba.

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