Carmina Burana

Miguel Rubio Artiaga






Partí del Sol
y me estrellé en colores
requiebros infantiles
y hazañas épicas.
Luna Llena tiembla
el maremoto
del volar de cimas
será un ulular de centellas.
Confetti estelar
que cubra las montañas
y vista de fiesta
sus coronas nevadas.

Partí de una procesión
de monjes disfrazados
con telares de flores
blancas y amarillas
tirando al aire los ramos
entre cantos gregorianos
que sonaban desde arriba
sinfónicos de ermita.

Montado en un minotauro
me hice caballero andante
portavoz del hombre libre
en una ópera de caminos llanos
yo haciendo de barítono
Sancho de mudo tenor
y Dulcinea de soprano.

Partí de un clarinete
con sonar de violoncello
en el filo de una batuta
la nota mas aguda de un violín
y la mas grave de un piano.

Me aparté solitario
de la explosiva estampida
de una manada de sueños enfermos
mezclados con pesadillas.
De precipicios ascendentes
cristales rotos por doquier
y letargos de espinas.

Me refugié en el aliento
de los dragones
entre su niebla espesa
buscando los meteoritos
y sus finales fugaces.
Muerte silenciosa
bajo la mirada conmovida
de un niño pequeño
salido de una caracola.

Oí sonar el silencio
al compás de una vidriera
por el orificio de una flauta
y el retumbar de un timbal hueco.

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