Alberto Ernesto Feldman

Celebro encontrarme en este sueño frente a usted, doctor Guevara; seguramente despertaré de repente y su imagen se borrará, pero ahora lo estoy viendo y nos miramos a los ojos. Antes que nada, quiero que sepa la inmensa admiración que le tengo, porque fue consecuente con su Condición Humana hasta el fin, la de un médico que quiso extender no solo a los pacientes de su consulta, sino a todo el mundo, los beneficios de la Salud, y también nada menos que los de la Educación y la Solidaridad, cambiando la caja de curaciones y los medicamentos por la acción, frente a un sistema egoísta y explotador cuyos objetivos estamos padeciendo, aquí y ahora, lo mismo que en gran parte del Planeta .
Lo suyo no fue solamente una concepción teórica, no puso sólo su firma al pie de un documento exponiendo la vida de otros, puso en juego la propia y sólo pudieron con ella fusilándolo herido y atado a una camilla. Un horrible honor para el entonces Presidente de Bolivia, René Barrientos, otro empleado de los mismos patrones de siempre, fallecido un par de años más tarde en un dudoso accidente de helicóptero.
¡Pero este sueño se está empañando, ya no lo veo a usted tan claro!, los que borran la memoria de los pueblos a su conveniencia lo vienen señalando sólo como un violento más, porque no quieren que se asocie su figura y su ejemplo a la obtención de Salud, Educación y Trabajo para todos, son los mismos que desde hace años crearon el neologismo peyorativo “populismo”, para reemplazar y bastardear el claro significado de la palabra “popular” confundiendo a los inseguros que no quieren pertenecer a su propia clase y terminan apoyando a quienes castigan a sus hermanos y últimamente a todos , con las siniestras políticas neoliberales.
El siguiente fragmento testimonial está extraído del libro “Lo pasado, pensado” del historiador Felipe Pigna (Editorial Planeta, 2005).
A las seis de la mañana del 9 de octubre de 1967 con sus 19 años, Julia Cortez llegó a la escuelita del pueblo de La Higuera, donde el Che permanecía y sería fusilado ese mediodía. Después de todo, ella era la maestra de esa escuelita dejada de la mano de Dios. Quiso conocer a ese hombre del que todos hablaban. Dice Julia : Quedé muy impresionada con él y le pregunté qué hacía un hombre tan lindo y tan importante como él ahí. Él me contestó: “¿Qué hace una mujer tan linda y tan importante como usted aquí? No se equivoque, los dos queremos lo mismo, mejorarle la vida a la gente, estamos acá por nuestros ideales”.
Julio Cortázar se angustió mucho al conocer la muerte de Ernesto Guevara. En sus últimos años, nuestro escritor, según palabras de Eduardo Galeano, había virado de la Soledad a la Solidaridad, contrariando las leyes del ciclo vital, y el dolor le impedía escribir sobre el Che. Según relató a un amigo, “lo único que fui capaz de hacer en esas primeras horas, es esto que nació como un poema y que quiero que tengas y que guardes. Se llama “Che”
Yo tuve un hermano.
No nos vimos nunca
pero no importaba.
Yo tuve un hermano
que iba por los montes
mientras yo dormía.
Lo quise a mi modo,
le tomé su voz
libre como el agua,
caminé de a ratos
cerca de su sombra.
No nos vimos nunca
pero no importaba,
mi hermano despierto
mientras yo dormía,
mi hermano mostrándome
detrás de la noche
su estrella elegida.”

Le ha salido a usted un artículo redondo. Mis felicitaciones amig@ Impresionante.
No hay màs que se pueda decir; está dicho todo.
Saludos
Dori Vílchez
Estimado Don Vilches: Es una alegría compartir el afecto por el Che. Saludo cordial.- Alberto Ernesto Feldman