José Lorente Guillén

Pudieran ser pájaros, estas flores,
estas hojas muertas que flotan junto a mí
pudieran ser palomas suspendidas
en la densidad del universo, yo
también suspendido —mis ojos vacíos,
soledad—. Arriba, a través del agua sucia,
aves colgando en el eje de la mirada,
luz de sangre del mediodía,
ojo posado sobre el abismo.
Y esta tranquilidad de nadie,
Este corazón parado de domingo,
negro absoluto de mi traje,
Nada puedo esperar,
nada desean mis cuencas blancas,
mis dedos perdidos en su forma,
de olvido reclamo perpetuo.
Pudieran ser ballenas, estos pájaros
no se detienen en mi quietud,
giran a mi alrededor muy lentos
—no son mi vida, no puedo recordarlos—,
pudieran ser ballenas blancas de terror,
eterno vals dentro de la pecera
verdeazulmohosa pequeña,
infinita de recuerdos que no están.
Soledad absoluta de mirar atrás.
