Francisco Legaz
Retorno al periódico Irreverentes, con las pilas cargadas. No me gusta esta metáfora de las pilas, porque seguro que no es muy ecológica. Mejor diría que he tenido un año sabático en el que me he dedicado a leer y a escribir. Sobre todo a leer. Me gustaría que la literatura fuese un río que me atraviesa; que me entra y que me sale (un libro, una libreta y un bolígrafo). De momento, lo único que es seguro es que puedo degustarla, saborearla, paladearla. Y a veces soy capaz de desembocar en algún que otro libro.
Hoy quiero recomendar desde estas maravillosas páginas una simple y antigua novela que muchos de vosotros recordaréis. Está un poco desfasada; solo un poco. Se publicó en el año 1.884 y su título es Planilandia.
Si pensábamos que la fantasía era cosa de niños, estábamos equivocados. La fantasía es cosa de seres humanos. Sin ella nos iríamos todos a la mierda. Es la base fundamental de nuestro cerebro. Somos máquinas de soñar y sin sueños no hay quien viva.
Este libro es pura fantasía, como tantos otros. Pero no se trata de una simple historia inventada que trata de simular la realidad, la verosimilitud. Esto es fantasía pura.
Planilandia fue escrita por un eclesiástico que se llamaba Edwin A. Abbott, mucho antes de que Einstein publicara su famosa Teoría de la Relatividad, o de que Orwell nos contara sus profecías. Pero Planilandia incluye todo esto y mucho más.
Estamos ante una especie de Julio Verne de la Geometría. Sí, digo bien: de la geometría. ¿Y quién aguanta hoy en día una novela de geometría? Pues te lo voy a decir ahora mismo: nosotros.
Resulta que es divertidísima. El protagonista es un cuadrado. Sí, así como suena. Un cuadrado que vive en un mundo en el que sólo existen dos dimensiones. Nosotros somos los afortunados habitantes de “espaciolandia”. Tenemos tres dimensiones para disfrutarlas, pero ellos sólo dos.
Allí conviven cuadrados, círculos, rectángulos, triángulos de todas clases, rombos, y un inagotable etc.
Un día nuestro cuadrado se queda dormido y sueña que viaja a “linealandia”. Allí se encuentra con rayas y puntos…
Pero no quiero seguir. Quiero recomendar a los lectores de este periódico que se olviden de la crisis económica, que se olviden de la crisis de la novela, de la crisis de la literatura, de las editoriales, etc. Y que se sumerjan en esta extraña y alucinante lectura, que, sin duda, les sacará por unas horas de este absurdo mundo en el que vivimos, para transportarles al auténtico, al que se refería Kafka cuando nos dijo que los sueños revelaban la realidad.
Descarga: Planilandia
En inglés: Flatland
Descarga: Planilandia
En inglés: Flatland
