El repartidor de tickets de descuento

por Santiago G. Tirado

Un ser retrechero, eso es lo que es. Sólo es posible describirlo así, y con el verbo ser elevado al cubo. Es a hurtadillas, es a discreción, es a conciencia, y de ahí su capacidad para vivir tres veces más rápido que cualquiera. Mientras un cliente simplemente está distraído, el repartidor de tickets de descuento es el ser de máxima audacia y, zas, antes de que el cliente se suene la nariz, abra el azucarillo, recuerde a una maestra de su hermano pequeño que se llamaba Adela y vestía jerseys de punto con patos y flores, le endosa un ticket de descuento al lado del café. El cliente nunca se deshace del ticket, por no ofender al repartidor de tickets, que trabaja con eficiencia y probidad (aparente). Más allá de estas consideraciones, el cliente sabe también que un descuento sirve para hacer la vida más llevadera.
El cliente se acaba su café con leche y croissant, y levanta sus gafas para leer mejor el ticket. Lee: Vale por un 15 % de descuento en la reforma de su cocina. Como el café lo ha repuesto de su decaimiento y ha recuperado el optimismo, el cliente le regala su ticket a un anciano que toma leche sola en la mesa de al lado. Es el milagro de la felicidad, que es contagiosa.

Del libro Todas las tardes café, Eds. Irreverentes, Madrid, 2009

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