Alberto Ernesto Feldman

Es muy poco lo que recuerdo de las clases de Literatura española del secundario.
De Sor Juana Inés de la Cruz, apenas cuatro palabras: “…necios hombres que acusáis…”, y esto se explica muy fácilmente porque en la edad del secundario, una escritura un tanto recargada y arcaica perdía puntos frente a los versos frescos de García Lorca, el luminoso poeta granadino, que leían unos ojos adolescentes cargados de hormonas y que decían:
“Esa noche corrí el mejor de los caminos, montado en potro de nácar, sin bridas y sin estribos…” ¡Esos versos sí que los aprendimos enteros!…
Leo algunos datos sobre Sor Juana, y empiezo a respetar a esta mujer. Escribe con muchas palabras, es cierto, pero dice mucho más de lo que escribe.
Saltando sobre un montón de frases en latín y citas bíblicas y patinando sobre un montón de palabras, que en nuestra época se considerarían excesivas, leo lo que puedo de la “Carta a Sor Filotea”, que no es sino el seudónimo del obispo de Puebla, su superior jerárquico, quien había reprendido a Juana por sus escritos en los que ésta criticaba los sermones de monseñor Vieyra, otro superior suyo.
En su descargo, Sor Juana repasa su biografía y su evolución intelectual, y su sed de aprender todo lo que puede, en un deseo ilimitado de conocimientos, haciendo gala de una fina ironía, frente a un superior que prácticamente le está diciendo, traducido a nuestro idioma actual, que deje de estudiar y vaya a lavar los platos.
Vivió entre lo años 1651 y 1695 y es en ese contexto que hay que apreciar su valor, su inteligencia y su figura como precursora del feminismo, recordando que todavía faltaban muchos años de lucha.
Todavía hoy, algún desubicado repite una popular frase atribuida a Schopenauer: “La mujer es un ser de cabello largo y entendimiento corto”.
Reproduzco dos fragmentos de la “Carta a Sor Filotea”:
“Me ha hecho Dios la merced de darme grandísimo amor a la Verdad y una poderosa inclinación hacia las Letras”.
Y es especialmente notable el segundo:
“Yo no estudio para escribir y mucho menos para enseñar, que eso fuera de mí desmedida soberbia, sino sólo por ver si por estudiar ignoro menos”.
