Miguel Rubio Artiaga
Foto: Adely Madrid
Hoy brindo a la vida
por comerse tan deprisa
los gastados calendarios.
Por esa mosca bondadosa
que nunca me molestó.
Pido perdón sincero
vestido con mi pijama naranja
a esa hormiga proletaria
que dejé para siempre coja,
sin quererlo, de un pisotón.
Por ser un loco en un mundo
hecho con normas de cuerdo
escritas con sangre azul
sobre papiros de sangre roja
y no saberlo hacerlo yo.
Doy gracias a las ladillas
por su respetuosa lejanía.
Al bar de la plaza por estar
y también al de la esquina.
A la masa y a la misa
y al asesino que no me mató.
.
Pido perdón a la muerte
por no acabar de morirme
y a la vida por no ajusticiarme
a pesar de mi vicio por pensar,
como si fuera ( Excomunión ) un dios.
Por reírme en voz alta
y sonreír muy callado.
Llevo el sagrado estigma
de no poner nunca la otra mejilla.
Sé que debí haber recibido feliz el bofetón.
Gracias a mi esforzada pilila
por su tenaz buena voluntad
a pesar de llevarme pegado.
Recuerdo cuando en vez de un cipote
era un insaciable cipotón.
Gracias al malnacido por nacer,
al vencedor por contar la Historia
como doy por seguro tuvo que ser.
Al tirano, por fusilar poco
y tener abandonado el paredón.
.
Hoy brindo a la vida
por su nobleza justiciera,
por tener a bien y permitir
que el pobre tenga hambre,
una impagable sensación.
Pido perdón por seguir utopías
como el caballero derrotado
que atacaba molinos,
montado en un rocinar de huesos
y dueño de un galgo dormido pero corredor.
Por no creerme todos los cuentos
y decirlo con otros cuentos.
No creer en eso de las razas
estando bien claro que blanco es blanco
negro es negro y marrón es marrón.
Todo el mundo sabe que el esclavo
es esclavo, no por colores, solo por vocación.
.
Por ser un mentiroso compulsivo
que está diciendo la verdad.
Lo que digo es cierto
pero si les soy sincero
no sé en qué momento perdí la razón.
.