Miguel Rubio Artiaga

Hoy soy el último dragón
y pasados los siglos
vuelvo a escupir fuego.
El olor a tanta rosa muerta,
a tanta estrella triste
me ha despertado.
El alarido doloroso
del hambre,
surgiendo de las entrañas,
me ha despertado.
.
Los dragones,
sólo volvemos a la vida
si el ruido que nos llega
es de lamentos muy amargos.
.
He salido de mi letargo,
al escuchar los aullidos
de la desesperación,
los gritos y llantos,
de las nanas muertas
cada vez que la Luna,
se lleva de la mano
un hijo.
Una nana llorando,
por cada niño.
.
Los dragones,
cantamos nanas
muy mal.
Pero yo he cantado.
.
Yo, el último dragón,
he abierto las alas
y volando,
he visto lo mismo
con diferente mortaja
que en el pasado.
Los mismos atropellos,
los mismos dioses falsos,
igual imperio de la sinrazón,
la misma ley del iluminado
y por encima de todo
el mismo miedo grabado.
.
Los dragones,
muy pocas veces
llegan a llorar.
Y yo he llorado.
.
Viendo la misma miseria,
la misma esclavitud,
y el mismo látigo.
La misma colección
de collares y grilletes,
en un escenario
gris de hormigueros,
donde solo cambia,
que las hormigas de antes
ahora son humanos.
Un espejismo
de torres de Babilonia,
queriendo
cada vez más alto
tocar el cielo.
.
Los dragones,
no apretamos
los dientes
y los he apretado.
.
Yo, el último dragón,
capaz de mover nubes
con su aliento,
he visto las mismas guerras
y estandartes falsos.
Las fosas, de iguales
inocentes
torturados y enterrados.
Las mismas chozas,
semejantes leprosos,
idénticos palacios.
El Hombre,
no ha aprendido nada
de los errores pasados.
.
Los dragones,
contamos las leyendas
que una vez nos contaron
viejos sabios.
Por primera vez
en mi vuelo,
he callado.
.
Yo, el último dragón,
dormiré para ya no despertar,
no me queda rastro
de esperanza.
Sepan, que los dragones,
no desaparecieron,
incapaces de mantener la magia,
su razón de existir,
y volar soñando
escupiendo fuego.
Uno a uno, durmiendo,
se fueron suicidando.
