Juan Alberto Campoy
Para Isabel y Pilar
No de manera lenta, de forma gradual, como entra un río en la mar, sino súbitamente, como una piedra quiebra un cristal, así se desdibujó su sonrisa un día de Navidad. La niña le pedía sus regalos a Santa Claus: una muñeca, un caballo de madera y una comba de altar. Toda la ilusión del mundo cabía en su carita angelical, a la que enmarcaban unos tirabuzones rubios como un trigal. De pronto, él le tendió un bolígrafo, le pidió un autógrafo y le dijo que era su admirador incondicional.