José Ramallo
Quizás porque le dolió, pero esta vez fue en serio…
Quizás porque le dolió, pero de igual modo ya era demasiado tarde…
Quizás porque le dolió, pero ahora ya había titubeado…
Y aunque estaba dolido, no pudo siquiera putearlo…
Y aunque estaba dolido, le perdonó la vida…
Y aunque estaba dolido, sacó fuerzas de donde no tenía y le arrancó todos los botones de la camisa de un solo tirón…
Quizás porque le dolió, pero esta vez fue en serio, lo primero que hizo fue darle una patada en el culo. Cosa que él se diese vuelta bien enojado. Y aunque estaba dolido, no pudo siquiera putearlo, sino que expulsó, extendiendo una mano y bajando la mirada porque se le llenaban los ojitos de lágrimas, un susurrado: “¡Fue foul, che…tres veces me pegaste ya! ¡Trae la pelota para acá!”.
Quizás porque le dolió, pero de igual modo ya era demasiado tarde, porque los cuernos le habían nacido y a eso no hay con qué arreglarlo, lo primero que hizo fue buscar su revolver calibre 32 en el ropero y apuntarle a ella, para luego seguir con él. Y aunque estaba dolido, les perdonó la vida y se disparó a sí mismo…
Quizás porque le dolió, pero ahora ya había titubeado, lo primero que hizo fue quitarse el hábito de encima -para liberarse de culpa y peso- y aunque estaba dolido, sacó fuerzas de donde no tenía y le arrancó todos los botones de la camisa de un solo tirón. Acto seguido, se zambulló en aquel inmenso par de tetas y conoció al fin el pecado a través del manoseo y el besuqueo…