La Compañía de Jesús: entre brumas de leyenda

Lucía del Mar Pérez

La Compañía de Jesús ha acumulado con el decurso del tiempo una montaña de leyendas forjada tanto por amigos como por enemigos. No ha sido ni es una sociedad secreta, ni masonería católica. Ni siquiera forma un estado paralelo. Con la elección del jesuita Jorge M. Bergoglio,  Papa Francisco, aparece de nuevo en el punto de mira. Sin embargo, ¿qué sabemos sobre la Compañía de Jesús?

Los antecedentes

El siglo XVI fue una etapa convulsa en la Europa Cristiana. El protestantismo penetró poderosamente en el continente. Lutero había conseguido expandir la Reforma en los territorios alemanes exasperando al emperador Carlos V. La reacción del papado y del catolicismo fue tardía e ineficiente. Las  estériles disputas teológicas dieron paso a las armas. La tierra se tiñó de sangre en un drama inútil, ya que el resultado fue la fractura irreconciliable de la Cristiandad. La Reforma se había extendido a los Países Bajos, Francia, Alemania, Suiza y un sinfín más de territorios. En 1532 se produjo el Cisma Anglicano: Enrique VIII se autoproclamó jefe de la iglesia anglicana desobedeciendo al Papa.

El desprestigio de la curia romana no solo era palpable entre sus enemigos, sino también en su propio seno. La escandalosa relajación moral de los clérigos, los pecados de simonía, amancebamiento o nepotismo junto a la venta de indulgencias plenarias motivaron el deseo de  un profundo cambio que fuera capaz de restaurar la fe en el Catolicismo. Esa necesidad interna cristalizó en la Reforma Católica efectuada tras el Concilio de Trento.

Las reformas tridentinas

El Papa Paulo III fue quien convocó el concilio. Tras el significativo fracaso de sus predecesores al tratar de frenar la tormenta luterana, Paulo III realizó numerosos esfuerzos para la celebración de un concilio de la Iglesia en el que se dictaran definiciones dogmáticas para poner en claro los puntos doctrinales materia de disputa. El 13 de diciembre de 1545 se iniciaron las sesiones. Fue un concilio accidentado que cambió de sede en 1547 y sufrió periodos de interrupción. Pero el Catolicismo se vio favorecido. Además del establecimiento de los cánones que reafirmaban la doctrina católica, se propagó un deseo de mayor preparación y educación del clero.

San Ignacio de Loyola: la Compañía de Jesús

En este contexto de necesidad de reforma católica surgió la Compañía de Jesús.  Ignacio era un caballero español del País Vasco. Siendo gravemente herido y obligado a guardar cama durante largo tiempo, comenzó a leer las vidas de los santos y decidió dedicar su vida a Dios. La nueva orden ideada por Ignacio fue aprobada en 1540 por Paulo III. San Ignacio no fue una personalidad brillante, ni un gran orador, ni tuvo el encanto infantil de San  Francisco de Asís. En él predominaba el objetivo, la norma. Su objetivo será acercarse lo más posible a Dios. Su doctrina se refleja a la perfección en su libro Ejercicios Espirituales, que aún se ponen en práctica en la actualidad.

La nueva orden se basaba en principios de organización de carácter militar y piedad militante. Estaba regida por un General vitalicio, por debajo del cual estaban los Provinciales y tras estos los Rectores de las casas. Las condiciones de admisión eran muy duras, con un noviciado de dos años. Su austeridad se reflejaba a la perfección en sus hábitos negros.

A los votos de obediencia, pobreza y castidad y a su exhaustiva formación, los jesuitas suman un voto especial de obediencia al Pontífice. Esta defensa a ultranza del papado levantó las críticas provocando la suspicacia de los gobernantes de la época. La Compañía de Jesús era una poderosa entidad supranacional  incontrolable por parte de los estados de la época. Pasarán a la historia como el Ejército del Papa, el Ejército Negro. Muy pronto obtuvieron gran éxito y se infiltraron en las cotas más altas de poder, con miembros que se convirtieron en confesores reales y en hábiles diplomáticos.

Los jesuitas destacan por Su labor de reforma educativa en escuelas y universidades y por las Misiones. Las Reducciones Jesuíticas Guaraníes fueron uno de sus proyectos más ambiciosos.

La disolución de la Compañía de Jesús: la Expulsión

A partir del siglo XVIII la compañía cayó en desgracia a causa de la difusión entre las monarquías europeas del Regalismo (Política destinada a hacer prevalecer las Regalías o derechos inherentes a la corona sobre los derechos propios de la Santa Sede). El triunfo del Despotismo Ilustrado propició la expansión de estas teorías, lo que culminó con el Decreto de Expulsión de la Compañía de Jesús en numerosos países europeos. En España la expulsión se llevó a cabo en 1767 bajo el reinado de Carlos III, quien consideraba a los jesuitas como un auténtico bastión antirregalista. La supresión de la orden fue llevada a cabo en 1773 por el Papa Clemente XIV.

Los vaivenes de los siglos XIX y XX

La Compañía de Jesús fue restaurada por Pío VII, tras las guerras napoleónicas. Temidos por unos, admirados por otro, se han visto sometidos a un continuo ir y venir según los intereses políticos del momento. En el transcurso de las revoluciones liberales del siglo XIX fueron de nuevo expulsados de Portugal, España, Italia o Alemania, por citar solo algunos ejemplos.

En España la orden fue disuelta durante la Segunda República, pero en 1938 sería restaurada por el Franquismo

A partir de la década de los cincuenta el Ecumenismo y  una cierta permisividad religiosa jesuítica incomodaron al papado.

La Compañía acoge en su seno desde las tendencias más conservadoras hasta las más progresistas, como la Teología de la Liberación desarrollada en las décadas de los sesenta y setenta en América Latina. Muchos jesuitas han pagado con su vida el posicionarse en diferentes conflictos, como en Honduras o El Salvador, África o Asia.

La leyenda del Papa Negro y las disputas vaticanas

Hasta hace pocos días ningún jesuita  se había sentado en el trono de San Pedro, a pesar de ser considerados grandes consejeros e influyentes miembros de la curia romana desde los siglos XVI y XVII. Con la llegada al pontificado de Juan Pablo II en 1978 aumentó la influencia del Opus Dei, tradicional rival de la Compañía de Jesús, siendo famosas las agrias disputas teológicas y espirituales entre sus miembros. Pero la lucha más encarnizada siempre ha sido por la influencia en la Santa Sede. Y esta vez el Opus Dei parece haber perdido la partida.

El papa Francisco se enfrenta a grandes enemigos: a sus tradicionales detractores como el Opus se suma un pasado turbio relacionado con la dictadura argentina y su controvertida posición sobre ciertos temas sociales, como el matrimonio entre homosexuales. Pero el pontífice no contaba con un enemigo adicional: la Leyenda del Papa Negro, atribuida a Nostradamus:

«Al principio habrá enfermedades mortales como advertencia, luego habrán plagas, morirán muchos animales, habrá catástrofes, cambios climáticos, y finalmente empezarán las guerras e invasiones del rey negro».

La llegada de Bergoglio al pontificado supone el renacer de los terrores milenaristas, ya que al superior de la Compañía de Jesús se le conoce bajo el nombre de Papa Negro, aunque en realidad,  el General de la Compañía es el español Adolfo Nicolás. Además a esta profecía se une la de los Papas de San Malaquías, quien predijo 112 papas desde Celestino II (1143-1144) hasta un tal Pedro Romano, que sería el último papa tras el cual llegaría el Apocalipsis. Y el papa 112 es precisamente  Francisco.

La polémica está servida, los más aprensivos disponen de una excelente combinación de profecías apocalípticas y  oscuridades jesuíticas. Quizá hayamos presenciado la última entronización de un papa. El papa Francisco no lo va a tener nada fácil.

Una respuesta a “La Compañía de Jesús: entre brumas de leyenda

  1. Francisco I, es el primer Papa jesuita, el primer Papa hispano y el primero en llamarse Francisco y su número de Papa es el 266.
    A mí me parece una persona sencilla y alegre ¡la que le espera!

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