Juan Alberto Campoy

“Señora bella” podría muy bien ser el título de un culebrón venezolano. Pero no lo es. No al menos que yo sepa. Se trata de la cariñosísima y acertadísima manera que ha escogido Berna, nuestra nueva empleada del hogar, para dirigirse a mi madre. Con esta formula magistral (así me lo parece), Berna logra expresar admirablemente, y con sólo dos palabras, el mucho respeto y aprecio que tiene por ella. Tanto me gusta la expresión, que la he hecho mía. Me gusta sobre todo la parte que atañe a su belleza. Una belleza, la de mi madre, que no es sólo la evidente, esto es, la relativa a su apariencia física, sino que engloba muchos, si no todos los aspectos de su personalidad: su carácter jovial, su amabilidad, su elegancia, su generosidad, su laboriosidad, su altura de miras y un largo etcétera.
