DIARIO DE UN BOOMER: Manolete y el maestro Tárrega

Juan Alberto Campoy






«Manolete, si no sabes torear, para que te metes». Bueno, yo creo que Manolete sí sabía torear; fama de buen torero tenía, desde luego, pero al parecer solía tomar excesivos riesgos a la hora de la suerte suprema. Y, claro, tarde o temprano, tenía que llegarle el momento de su último toro, el momento de su toro Islero, en el que la moneda fatalmente salió cruz. El caso es que la utilización de este dicho, esté sustentado o no en un hecho cierto, se ha popularizado entre nosotros de un tiempo a esta parte. Con el mismo se da a entender que cada quien tiene que dedicarse exclusivamente a aquellos menesteres que conoce y controla, en vez de aventurarse en tareas ajenas que no domina.

Nada más salir de la terraza del Voramar, donde me había deleitado contemplando la caída de la tarde mientras degustaba un glorioso blanco y negro (ya saben, una bola de helado de nata, sumergida en una copa de café granizado), me di cuenta de que había multitud de personas haciendo cola frente a la puerta de Villa Elisa. Me informé de que al cabo de un cuarto de hora se iba a ofrecer un recital de guitarra en sus jardines y decidí sumarme a la cola de amantes de la cultura al aire libre. Antes de empezar el concierto, el presentador nos hizo saber que los intérpretes de esa noche eran los perdedores de las semifinales del concurso de guitarra «Maestro Tárrega», que se celebraba esos días. Esta información resultaba prescindible, desde luego (¿a quien le gusta ver un partido de fútbol, o de cualquier otro deporte, en el que se disputan los puestos tercero y cuarto?), pero quizá fuera justificable. Lo que vino a continuación sí que no tenía justificación de ningún tipo. El presentador dijo que, a pesar de haber sido descartados de la competición, los guitarristas cuya actuación íbamos a presenciar tenían mucho mérito porque, uno, se habían esforzado mucho y habían dedicado muchas horas al estudio y al ensayo en sus respectivas carreras musicales, y, dos, la silla de madera en el que se iban sentar esa tarde, mientras tocaban las composiciones del maestro Tárrega que les habían sido asignadas, era bastante duro. Eso dijo. No se le ocurrió decir por ejemplo: «estos ocho artistas que tendremos el placer de escuchar esta noche son unos maestros consumados, unos auténticos virtuosos de la guitarra, y sólo el altísimo nivel competitivo del concurso de este año nos va a privar del inmenso honor de contar con ellos en la gran final». En resumidas cuentas, el presentador fue lo peor de la noche. Dejó claro que eso de presentar no era lo suyo. Manolete, si no sabes presentar, para que te metes.

PS No recordaba nada peor desde la nefasta entrevista que le hizo el nefasto Broncano a la grandísima Natalia Lafourcade, que dio comienzo de la siguiente manera: «¿ has hecho alguna vez caca en el mar ?». Impresentable.

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