Javier Escribens Arenas

Suzanne Romain (1943)-Francis Picabia
Estuve recluido en tus silencios,
mi memoria no dejó paso a tu palabra,
me contuvieron los sórdidos murmullos
apagados y tristes de tu insólita persona.
No sé de a verdad, si alguna vez te fuiste
este abandono es oscuro y, a mí, me abruma
necesito, a llantos, el aullar de tus palabras,
el lejano y brillante temblor de tu mirada.
Debes de volver, por fin, a rescatarme,
salvarme de mi mismo, de la angustia
desoladora y tremenda de tu olvido,
devolverme al reflejo de mis sombras.
Tienes que hacerlo, yo te lo ruego
con las manos abrazadas a estas plegarias,
todas ellas humildes, sinceras y olvidadas,
que perduran llorando desconsoladas en mi alma.
Estuve, sin pensar, anclado a tu vida mis sentires
no tuvieron alguna escapatoria, me llenaste
con tus cantos de sirena apagados y solos,
amarrados ellos, como yo, al ritmo de tu ausencia.
