cuando el insulto es una forma de evitar el mirarse en el espejo

José Pastor González






veo el fútbol junto a un grupo de veinteañeros

hay uno de ellos que como buen soldado

viste el chándal oficial de su equipo (segunda equipación versión Marca)

se hace notar vociferando desagradablemente

y cuando su equipo se acerca al área contraria

da unos chillidos espeluznantes

como la de un cerdo camino del matadero

no para de gritar enano y subnormal a Messi

cada vez que este toca el balón

tiene una risa fea

como la del canalla de un mal dibujo animado

todo en él parece un mal dibujo animado

se despista con frecuencia

y está más atento a su smartphone

a sacarse mocos de la nariz

o a exigir las tapas al camarero

que al partido

pero no pierde ocasión de gritar

enano

subnormal

cuando Messi aparece en la pantalla del televisor

sus colegas le mandan callar un par de veces

pero es insistente y metódico

cuando consigue articular una frase

con sujeto y predicado

nadie le hace ni puto caso

y sigue exigiendo al camarero la tapa de su coca cola

y sigue con su

enano

subnormal

acabado el partido se baja del taburete

y para mi sorpresa

el dibujo animado no mide más de 1.50

aun así se pasea orgulloso por el bar

andando como John Wayne imitando a John Wayne

uno de sus colegas le da una toba y le llama enano

agacha la cabeza y se ríe

no lo debe tener fácil con las chicas el baloncesto el futbol o en el cuerpo a cuerpo

pero es un tipo que por algún motivo

se cree grande e importante

tal vez sea grande e importante

no lo sé

no me gustaría encontrármelo

en la sala de interrogatorios de una comisaría

me lo imagino como un eficiente torturador

metódico y profesional

con los que no son como él

pero especialmente cruel

con los que son como él

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