Se buscan bandoleros

Lucía del Mar Pérez

Desde el punto de vista de la ley, quienquiera que pertenezca a un grupo de hombres que ataque y robe usando la violencia es un bandido, tanto si arrebata de un tirón el sueldo de un obrero como si pertenece a un grupo organizado de insurgentes o guerrilleros. Historiadores y sociólogos no pueden utilizar una definición tan falta de matices.

E.J. Hobsbawm, Bandidos

El desaparecido historiador británico E.J.Hobsbawm analiza el fenómeno del bandolerismo social que proliferó en Europa en la Edad Moderna y durante el siglo XIX.

El bandolero ha sido mimado por la Historia: la sociedad ha admirado las hazañas de Robin Hood o ha aplaudido las escaramuzas de Curro Jiménez contra los franceses. Pero, ¿quiénes eran en realidad estos bandidos? ¿Se movían por ánimo de lucro? ¿O eran paladines de la justicia que actuaban  movidos por el deseo de un reparto equitativo de las riquezas con el fin de lograr una sociedad más justa?

En las postrimerías del siglo XVI, el Mediterráneo conoció el auge del bandolerismo, que se convirtió en un mal endémico característico del mundo rural y se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX. El bandidaje sufría un recrudecimiento en época de carestía, crisis económica y pauperismo. Aparecía cuando se producía una degradación notable de las condiciones de vida de las clases populares.

Estos hombres no se dedicaban, en su mayoría, a un latrocinio propiamente dicho. En cierto modo, el ideal romántico de bandido transmitido por el cine y la literatura se aproxima, en proporciones  variables, a la realidad del bandolerismo. Eran ladrones, pero en su mayoría ladrones sociales. El  Bandolerismo Social era practicado por campesinos fuera de la ley, a los que el señor y el estado consideraban criminales. Pero para la sociedad campesina eran vengadores, saqueadores justicieros que acechaban en áreas recónditas, allí donde la orografía ocultaba sus  asaltos y favorecía la huida. Campaban a sus anchas en zonas pantanosas, montañosas, bosques o estuarios y en definitiva, cualquier área remota e inaccesible era válida.

No todos los bandidos eran campesinos, existía  el ladrón noble, el caballero arruinado que se dedicaba el pillaje para subsistir.

Un bandolero social jamás robaría las cosechas de los campesinos pero, ¿Eran revolucionarios? ¿Perseguían un cambio político y social? En la mayoría de casos solo respondían a la ideología de subsistencia propia del campesinado, en lucha permanente para alimentarse, si bien en ciertas ocasiones el bandolerismo se convirtió en precursor de revoluciones campesinas. En España, el bandidaje de Andalucía se convirtió en germen del anarquismo rural.

En ningún caso parece que los objetivos del bandolero incluyeran algo más que una tímida reforma social, pues carecían en la mayoría de los casos de ideólogos que favoreciera una reforma agraria de mayor envergadura.

El bandolero es una figura imprescindible en un país enfermo. Necesitamos su arrojo y su entusiasmo, su valentía .Un bandolero renovado,  líder honrado y defensor de los pobres, el justiciero, el que burla a las autoridades corruptas. Un bandolero formado, que no se deje manipular por quienes dicen defender a los parados.

Deseo  bandoleros, no ladrones de guante blanco disfrazados de banqueros y políticos. Busco al héroe luchador que devuelva las ilusiones a un pueblo oprimido. Un héroe que husmee en la casa del rico. Un héroe  que, blandiendo el látigo de la justicia, marque la carne rica y podrida del noble tirano, y que dispare con su trabuco, pólvora de hambre y veneno de desesperación.

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