Sergio Coello
Ved a ese hombre: tiene la mirada perdida en algún punto del horizonte que ya no existe y únicamente abre la boca para pronunciar el nombre de la mujer que ama. Pasa las horas muertas mirando la ventana de una habitación en la que ella hace el amor con otro y luego, cansado, se va a la cochambrosa pensión que apenas puede pagarse e intenta dormir una borrachera distinta cada noche. A veces lo consigue pero tiene pesadillas en las que le arrancan el corazón y se lo parten en pedacitos tan diminutos que resultaría imposible de recomponer. Este hombre quisiera ser algo de ella, desesperadamente: amante o cucaracha.
