Una madre coraje medemista

Pedro A. Curto

MA-MA

“¿Verdad que morir no es nada?”, se pregunta Ángel, el protagonista bipolar de la película “Tierra” de Julio Medem, y esa pregunta sobrevuela de alguna forma la nueva obra del director vasco, “Ma ma”, actualmente en la pantalla. Porque de eso trata la película, de una lucha por la vida frente a las adversidades que la protagonista, Magda, va encontrando. Y lo hace situándose en la perspectiva de dos maternidades, la de un hijo promesa de futbolista, y la otra, el embarazo que tiene un cuerpo abocado a la muerte por un cáncer con metástasis. Ese morir no es nada, es el relevo de la hija en la vida frente a la muerte de la madre, que se muestra en las últimas escenas. Medem ya ha mostrado en su obra a la mujer como una fuerza positiva y telúrica, y aquí sin duda lo hace. Cualquiera que haya visto anteriores títulos suyos, podrá reconocer que se trata de su cine, con una narración en imágenes, el azar como motor de la historia, un montaje elíptico generador de sentimientos, una conexión existente entre realidad y ficción con un destacable componente onírico, pero a pesar de estos y otros aspectos reconocibles, se tiene la sensación de que algo se ha perdido, de que algo se ha quedado en el camino. O que quizás esa parte sublime y particular del cine de Medem, ha terminado por parodiarse a sí misma.

julio-medem2La construcción de una sentimentalidad a través de la complejidad e incluso de lo barroco, el sentir a través de las sensaciones y la piel, sin olvidar un componente de inteligencia emocional, es algo que puede mostrar la parte más deslumbrante del arte, pero tiene sus riesgos. Es aquello que va de la sensibilidad a la sensiblería. Hasta ahora Medem se había sabido situar en la primera con maestría, con una visión singular y personal, que en muchas ocasiones no ha sido comprendida en este santo país cainita, pero “Ma ma” tiene un cierto deslizamiento hacia un melodramatismo excesivo y fácil.

El personaje de Magda es envolvente, con el cual es fácil empatizar, interpretado con solvencia por Penélope Cruz, pero se evita la dualidad del ser humano, un malditismo poético sí presente en otras de sus películas y las contradicciones con otros personajes (escasamente con un marido al que apenas se ve). Se plantean algunas cuestiones sobre la vida y la muerte, las creencias, la cuestión social, la cultura, pero estás quedan diluidas en un drama que ocupa casi todos los planos. En definitiva terminamos viendo en la pantalla algo próximo a uno de esos telefilm de tarde televisiva que debemos afrontar con un paquete de pañuelos. Pero de uno de los directores más interesantes del cine actual, se espera algo más. Los sentimientos en sí no son arte, sino se muestran e introducen en las diversas texturas que componen esos sentimientos. Y eso es algo que Medem no acierta con plenitud en “Ma ma”, como sí lo hace en otras películas.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.