Alberto Ernesto Feldman
Después de describir sucintamente la piel de sus personajes, gente común con la que nos cruzamos cotidianamente, esta brillante murciana nacida en Cartagena, doctora en Filología árabe por la Universidad de Granada, los despelleja profunda pero piadosamente, para encontrar las motivaciones que los mueven, los frenan, los matan o les hacen vivir cada uno de sus días y sus noches como una batalla.
Nuestra autora encuentra así a los verdugos familiares, las pequeñas y las grandes traiciones, los casuales y a veces estúpidos accidentes fatales, los intereses en colisión y las limitaciones que determinada condición física o económica impone a sus vidas.
Podemos decir que casi todas estas características las encontramos en “El juego de las buenas intenciones” el cuento que da nombre al libro, donde los personajes interaccionan, mientras viajan en tren a Granada por distintos motivos.
En el segundo cuento, “Las turistas” Estefanía desnuda en forma muy graciosa y amena el “backstage” de los adivinadores, quirománticos y en general, de quienes practican estos medios de vida no convencionales. Lo hace por medio de dos jóvenes, Soraya, muy crédula y Virginia, un poco menos, que recorren haciendo turismo por los puestos de los videntes y pitonisas de una Feria de atracciones.
“La limusina”, revela conocimiento por parte de la autora, de la competencia en el transporte de pasajeros entre ómnibus y remises y del ánimo de quienes son expulsados de un trabajo en relación de dependencia en épocas de depresión económica. Con claras nociones de mecánica, y una comprensión cabal de lo que sucede en mente y corazón de los dos choferes en situación de extremo peligro, nuestra autora toma partido en la muy difícil elección del dramático final.
“Cine de verano” pone la nota picaresca que esperábamos los que admiramos la forma en que Estefanía Farías Martínez enfoca en sus cuentos el sexo: diálogos directos, graciosos y amistosos para los personajes y una alegre, fresca y gratificante naturalidad que se extiende a los lectores. Así, en la Plaza Mayor de un pequeño pueblo, la función de cine al aire libre en la calurosa noche de un sábado de verano es el marco apropiado donde Ramón y Margarita (esposos), Susanita y Melancio (padre e hija), Natalia y Jorge, y Marta y Juan Carlos (más la indiecita Pocahontas), aprovechan la cálida oscuridad para intercambiar personas y fluídos, fetichismo y fantasías, mientras todos suponen que los otros están viendo “Tiburón”.
“Teresa” es una entrañable miniatura que con singular belleza nos habla de solidaridad y reparación. Nos deja la sensación de que todo es posible para quienes aunque humildes, proceden con generosidad, aunque el Mundo esté regido por inhumanos mercaderes.
Con admirable conocimientos de la técnica y el vocabulario minero, como así también los de la intimidad de las minas, los peligros al que son expuestos los hombres que allí trabajan, ingresando a la estadística como un factor más de la ecuación costo-beneficio y las coartadas de las empresas para “escurrir el bulto”, disfrazando de accidentes de trabajo lo que es negligencia patronal, y por supuesto, las magníficas descripciones de la geografía peruana, todo ello es materia de “De uno en uno o de cuatro en cuatro”, el relato que trata de la odisea laboral de un ingeniero de minas y su familia en lugares como la provincia de Murcia y luego en los Andes peruanos.
“El loco de la frontera” es una saga familiar donde el personaje, ausente de este Mundo, pero rescatado del tiempo por la curiosidad de su nieto homónimo, resulta haber sido un ser humano de Condición excepcional, un hombre de trabajo, de carácter sencillo y jovial que arriesgó su vida y también la de su familia granjera todos unidos por un fin: proteger y salvar a quienes fueron perseguidos en la Holanda ocupada `por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial . Fue un héroe civil.
Culminando la lectura de estas magníficas historias, si recordamos que Estefanía Farías Martínez dijo en un reportaje que “Fantasía y Realidad son solo un juego de palabras”, resta solo bendecir la imaginación que produjo estos Juegos.
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