Fernando Morote
Pistas sin solución
¿Cuál puede ser la razón que justifique asesinar salvajemente a cuatro personas inofensivas e indefensas, dentro de su propia casa, sólo para arrebatarles una radio portátil, 40 dólares y un par de binoculares?
Estudios criminalísticos indican que algunos homicidas no necesitan tener un móvil concreto, o al menos identificable, para despacharse a sus víctimas.
Los hechos reales
Dos jóvenes ex-convictos –Perry Smith y Dick Hickock-, violando su libertad condicional, planean el robo de una suculenta caja fuerte en la residencia de una acomodada familia. Ante el fracaso de la operación, entran en pánico. La frustración hace aflorar sus complejos y traumas infantiles. Pierden el control. Dick, muy machito cuando habla, resulta siendo un pusilánime despreciable y termina orinándose los pantalones. Perry, tímido y silencioso, además de tartamudo y rengo, se revela como un ser despiadado e indómito.
La brutal matanza de los Clutter ocurrió la noche del 14 de Noviembre de 1959 causando una conmoción generalizada en el pequeño pueblo rural de Holcomb, Kansas en los Estados Unidos.
La adaptación
Respeta la construcción en la estructura de la novela homónima escrita por Truman Capote. El guión, incluso, reproduce de modo literal muchos diálogos y expresiones del texto original.
Su brillantez y fidelidad es sólo comparable a producciones similares sobre otros clásicos de la literatura como “El filo de la navaja” de Somerset Maugham, lanzada en 1946 con Tyrone Power, y “De ratones y hombres” de John Steinbeck, estelarizada en 1939 por Burgess Meredith y Lon Chaney Jr.
La compleja personalidad de los delincuentes —uno ilustrado con tendencias artísticas, el otro bruto e ignorante, definidos por Capote después de revisar sus relaciones familiares y sus patologías como sexualmente inadecuados y socialmente inadaptados— es retratada con eficacia mediante el uso de flashbacks insertados con pericia en la cinta.
Los protagonistas
Robert Blake, famoso en la televisión a mediados de los 70 como el detective “Baretta”-aunque sus primeras apariciones en pantalla las realizó de niño como extra acompañando a Joan Crawford y John Garfield, entre otras figuras- interpreta a Perry Smith.
Scott Wilson, aquí apenas en su segunda película después de participar en El calor de la noche junto a Sidney Poitier y Rod Steiger, encarna a Dick Hickock.
John Forsythe, protagonista al lado de Shirley MacLaine en la divertida comedia de suspenso ¿Quién mató a Harry? bajo la dirección de Hitchcock en 1955, representa al oficial encargado de la investigación policial.
Charles McGraw y Jeff Corey, quienes formaron parte de Forajidos con Burt Lancaster en 1946, son en la ficción los padres de Blake y Wilson.
Paul Stewart, prolífico actor —siempre en roles secundarios— que debutó en 1941 en el elenco de Ciudadano Kane con Orson Wells, toma el papel camuflado de Truman Capote como reportero de un semanario y narrador de la historia.
El director
Richard Brooks, el mismo a cargo de Semilla de maldad con Glenn Ford en 1955 y La gata sobre el tejado caliente de 1958 con Paul Newman y Elizabteh Taylor. Su excepcional manejo de los actores (la violencia y el espanto de Blake, el cinismo de Wilson) y su inteligente perspectiva de los enfoques (el ascenso al cadalso, las gotas de lluvia sobre el vidrio que parecen lágrimas en la mejilla del condenado) constituyen una pequeña muestra de los detalles que hacen del largometraje un poderoso documento fílmico de la tragedia.
La música
Espectaculares sesiones de jazz, conducidas con maestría por Quincy Jones, sobresaliendo el saxo y el piano entre los instrumentos, fenomenal cortina para acompañar los sangrientos sucesos.
Nuevas versiones
Igual que “El filo de la navaja” y “De ratones y hombres”, antes citadas, “A sangre fría” ha sido reactualizada en los años 80 y 90, pero ninguna con la calidad de la primera, estrenada en 1967.
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