Miguel Rubio Artiaga

Mundo desgraciado
que solo ilumina
la palidez enferma
de estrellas ya muertas.
Las vivas pasan de largo
en su condición de espejos
para no contaminar
la impoluta luz del Sol.
Ingenuos poetas ciegos
que no quieren darse cuenta,
se niegan a oír el llanto
de una Luna atravesada
por una envenenada bandera
que le clavó el “Primer Paso”
como una violación.

Mundo sin razón ni sentido
lleno de dioses inventados
para mitigar un miedo
con el que morimos y nacemos
y se nos olvida vivir, porque
los sueños se han perdido.
Los mansos siguen esclavizados,
los niños hambrientos,
las mismas leyes
con renglones diferentes
pero el mismo significado.
Siguen los verdugos y amos
no importa el pasar los siglos.
Me pregunto donde estará
eso del libre albedrío, un engaño.

Mundo traidor y miserable
como hiena al acecho,
una parodia demente
donde nada es cierto
y todo son espejismos
vacíos, continuo desencanto
que sólo nos convierte
en títeres del destino.
Camino o revienta
que decía en las Españas
un honrado bandido.