Carla Demark
Si yo pudiera escribir todo el tiempo,
entre los quejidos de los muros,
acompasada al ritmo del viento,
atravesando los cristales,
sobre la blancura del vientre materno.
Si yo pudiera escribir sin convenciones,
a través de los agujeros del tiempo,
entre los pastos apenas crecidos,
sobre este cuerpo que apenas arriendo.
Si yo pudiera escribir en la oscuridad,
atrincherando el pensamiento,
sonando entre las palpitaciones,
agitando los pasos del cielo.
Si yo pudiera escribir lo imposible,
atrapando, al fin, a lo innombrable,
tendiéndole una trampa a lo oculto,
rompiendo el hálito de lo muerto.
Si yo pudiera escribir por los que callan,
ajusticiando el dolor sin techo,
reparando el odio extendido,
calmando la desdicha de los pueblos.
Si yo pudiera escribir sin nombre,
ajena a las primeras personas,
fundida en el torrente de versos,
perdida entre los ojos inmensos.
Si yo pudiera escribir en la neblina,
desafiando los límites del espacio,
mutando la materia y las espinas,
trazando una letra sobre los charcos.
Si yo pudiera escribir a ras del piso,
cerca de los que duermen sin abrazos,
ahí donde se ensancha la noche,
entre los oscuros senderos del llanto.
Si yo pudiera escribir sobre las piedras
aligerando el frío de sus mantos,
acariciando la calma de su espera,
recuperando la arena de sus años.
Si yo pudiera escribir entre las venas,
navegando el torrente de lo humano,
latiendo entre la carne y el alma,
trocando enfermedad por savia.
Si yo pudiera escribir sobre el espejo,
fundando una verdad sin velos,
jugando a que algún día
me revelaré por completo,
si yo sólo pudiera,
si tan sólo pudiera,
escribir todo el tiempo.
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