Cristóbal Hernández García

¨Nación¨ fue la primera novela que Terry Pratchett terminó una vez supo que tenía alzheimer, pero la terrible enfermedad aún no había mermado su pluma y, aún entre las muchas joyas que pueden encontrase en su época madura como escritor -donde sus obras alcanzaron un equilibrio natural entre sus mundos de fantasía y su crítica a la sociedad moderna- esta obra destaca. Y siendo también una novela ajena a todo el universo de Mundodisco, es también una novela terriblemente accesible.

En “Nación” existe cierta reflexión sobre la cultura británica y el imperialismo, pero la novela va más allá y arroja su lupa sobre el concepto mismo de nación, la comunicación entre diversas culturas y la existencia de los dioses. Y Pratchett se vale para ello de su mejor narrativa. Hay muchas novelas de MundoDisco exquisitamente escritas, pero en esta el inglés alcanza algunas de sus mayores cotas de lirismo con pasajes sencillamente prodigiosos. Pratchett domina un estilo en el que trata temas complicados y usa recursos complejos con una facilidad asombrosa, haciendo que todo parezca natural; aquí el escritor consigue escenas de una poesía y un simbolismo que no son ajenos a su obra, pero en esta en concreto alcanzan uno de sus mayores esplendores.

Además en este libro consigue a dos de sus mejores personajes: un salvaje que ve el infierno y a partir de ahí comienza a hacerse preguntas como qué sentido tienen los Dioses si permiten semejantes horrores, y de ahí Pratchett parte hacia el eterno conflicto entre ciencia y religión con reflexiones sobre ambas (usando un punto de vista no maniqueo ni sectario, respetuoso con ambos planteamientos); y una chica de alta sociedad que se ve perdida en una isla, y aquí el británico afila su pluma contra los condicionamientos sociales y algunos preceptos de las civilizaciones. Naturalmente entre ambos hay algo parecido a un romance, pero es una relación basada en el respeto y en el como cada uno cambia el mundo del otro y le hace crecer, un desarrollo maduro y muy gratificante. Y ambos personajes, así como los secundarios, se ganan de inmediato la simpatía del lector, no son sabiondos repelentes o ladrones adorables como suele ser defecto de muchos de los protagonistas de este autor, no son personajes que se note que son protagonistas, son personajes que se transforman en protagonistas por las circunstancias, que es algo muy distinto.

No es la mejor novela de Pratchett, le falta algo del carisma que –por simple herencia de otros libros- tienen algunas de las mejores entregas de MundoDisco. Pero es una novela sólida e inteligente, mucho más sugerente y profunda de lo que podría parecer a priori. Absolutamente recomendable.

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