Eric Urias Romero
Sátrapa del olvido, saltimbanqui de la soledad.
Con el pasar de los años mis gustos
se cernieron,
pero el bufet de la vida
se volvió inasequible.
Mi caparazón se marchitó
y supuró ausencia,
como le sucedió a Ícaro,
mis sueños se disolvieron.
Tras asumir que mis virtudes
nunca me acercarían a tus pisadas,
me propuse
a sustituir a Sísifo en su labor.
Sin embargo, las furias decretaron
la inmediata desintegración de mi ser
y el vacío
como mi único aporte para la posteridad.
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